Si bien cuando era niño nunca me llegó una carta desde Hogwarts diciendo que fui aceptado en el colegio de magia y hechicería, si recuerdo el instante preciso a mis 6 años cuando un tío me regaló tres cintas de VHS. Ellas contenían una saga que jamás había escuchado antes en mi corta vida, una historia de un niño con lentes y una peculiar cicatriz en la cara que con una varita realizaba todo tipo de proezas mágicas luchando contra Basiliscos, Dementores y un Señor Tenebroso que, hasta ese momento, se mantenía entre las sombras.
Esas películas fueron La Piedra Filosofal, La Cámara Secreta y el Prisionero de Azkaban, un trio de filmes correspondientes a la misma saga, Harry Potter.
Al año siguiente, y ya con algo más de tecnología, mi mamá llegó con un disco de DVD en donde me cuenta que tiene la cuarta película de esta saga, es decir, El Cáliz de Fuego. Aquí la cosa ya se ponía más oscura con la introducción de las maldiciones imperdonables, la resurrección del Lord Oscuro Voldemort y tal vez, la entrada en la adolescencia de los personajes. A partir de aquí, tuve la fortuna de ver las otras 4 cintas que vinieron después en el cine. Me emocioné con la batalla de la Orden del Fénix y los Mortífagos en el departamento de Misterios, me entristecí con la muerte de Dumbledore, no entendí el baile de Harry y Hermione hasta años después en donde me di cuenta de que es la mejor escena de toda la saga y me alegré cuando por fin Harry pudo derrotar al que no debía ser nombrado.
Esta franquicia supuestamente había finalizado en 2011 con ocho películas en su haber y una inmensa fanaticada detrás que quería seguir deleitándose con lo que el mundo mágico podría ofrecer en la gran pantalla. Para aquello, tuvieron que pasar cinco años en donde el ansia creció y donde a Warner, productora detrás de los filmes del niño mago, se le ocurrió la idea de expandir este universo (y porque no decirlo, seguir exprimiendo jugo de ese Sopophorus) con una saga de pseudoprecuelas que, en lugar de ser del agrado de los fans, podría transformarse en una de las peores decisiones que se haya tomado con esta franquicia.
Animales Fantásticos tiene varios problemas y uno de ellos es su mismo título. SI bien en la primera cinta son relevantes las criaturas mágicas recolectadas por el protagonista, Newt Scamander, ya para el final de esa misma película se les deja de lado por darle prioridad a la trama del mago tenebroso, Gellert Grindelwald. Por lo tanto, el segundo y tercer filme se centran casi enteramente en la gran guerra que hubo antes de la llegada de Voldemort, pero aun así sigue habiendo escenas con animales mágicos como una forma de justificar el título, pero que son sumamente innecesarias, carentes de sentido y que le quitan el ritmo a una historia que de por sí, es bastante lenta.
No obstante, no es solo esto lo que hace que esta saga haya sido un error para la franquicia de Harry Potter. Hay muchísimas contradicciones con los libros y el canon en general, cosas que no se explican (y en donde no hay un material de origen con el cual se puedan aclarar las dudas de mejor manera), además de una historia llena de hoyos argumentales en donde literalmente el espectador podría concluir que “un hechicero lo hizo”. Estos puntos causan mucha curiosidad al ver que la escritora y creadora de este universo literario, J. K. Rowling fue la guionista de las tres entregas (apoyada por Steve Kloves en la tercera) y, por lo tanto, es quien debería saber más de su propia historia. Pero bueno, si ella en 2019 hizo canónica una obra de teatro llena de incoherencias, no es de extrañar que haya ocurrido esto.
Sin embargo, es bastante injusto echarle la culpa enteramente a Rowling por esta decadencia del universo que ella construyó, dado que uno de los grandes artífices de Harry Potter en el cine, es decir, el cineasta David Yates, tiene una inmensa responsabilidad también. Yates es quien se hizo cargo de la dirección desde la Orden del Fénix en adelante y si bien fue la persona que convirtió en una gran franquicia e instaló una estética y visión definitiva a estos largometrajes, trazó un camino lleno de errores que son difíciles de solucionar y que afectaron a futuro.
Yates cambió muchas cosas de las historias al traspasar la trama desde los libros a las películas, y si bien en algunos casos esto fue positivo dando que son dos artes y lenguajes sumamente distintos, hay cosas que no terminan de calzar y que, derechamente, fueron errores. La omisión de background, detalles, lore o como quieran llamarlo, provocó que una saga bastante solida comenzara a tener huecos argumentales, pasando de ser buenas obras cinematográficas a simples productos que acompañaban a los libros. Sin embargo, Harry Potter pudo sobrevivir a este hecho y por lo mismo, logró ser una saga totalmente disfrutable de ver, entretenida, divertida, emocionante, con personajes y tramas interesantes, y por sobre todo, mágica. Lamentablemente, Animales Fantásticos no lo consiguió.
No solo están los puntos que se mencionaron anteriormente, sino que Yates pareciera que no está tan interesado en seguir con esto o al menos, hace pensar que no le puso el mismo amor que a la saga original. Un ejemplo fehaciente de esto son los duelos entre magos. En Harry Potter se podía sentir la intensidad de esto, el esfuerzo que hacían los personajes para lanzar un hechizo, la potencia con que estos impactaban y los juegos de cámara y montaje que había para que resultarán más interesantes que solo ver a dos actores tirando luces con un palito. Pero Animales Fantásticos es totalmente diferente. Un diseño de sonido paupérrimo y unos planos sumamente estáticos hacen que todas las escenas de este tipo, literalmente, pierdan su magia.
Siguiendo con el punto anterior, es solo cosa de ver la escena de Harry, Ron y Hermione contra los dos Mortífagos en la cafetería que tiene una tensión y una dinámica que hace erizar la piel, para luego compararlas con la escena de Grindelwald versus los aurores al final de la primeara cinta, en donde los actores están estáticos y ni siquiera mueven las varitas para realizar hechizos. No solo produce una extrañeza dado que David Yates es quien también ha dirigido Animales Fantásticos, sino que también el espectador se siente confundido, aburrido y pierde el interés al ver en lo que se transformó una franquicia que logró en su momento encantar a grandes y a chicos por igual.
Junto con todo lo dicho antes, igualmente existen factores externos que ha provocado que el universo de Harry Potter vaya cuesta abajo. Las declaraciones y comentarios transfóbicos de J. K. Rowling han afectado de sobre manera a su obra y con justa razón dado que en estos tiempos la discriminación es algo que se debe erradicar de la sociedad. Por lo mismo, la cultura de la cancelación no dejó pasar este hecho y si bien, la franquicia y los libros siguen teniendo miles de millones de fanáticos en todo el mundo, su creadora es mirada con otros ojos, pero en un sentido negativo.
En adición a ello, está lo que ocurrió recientemente con el juicio de Amber Heard y Johnny Depp, quien interpretó a Grindelwald en Fantastic Beast. Warner, anticipándose al escrutinio publico y adoptando una postura muy Disney, decidió sacar al actor de la franquicia y reemplazarlo por Mads Mikkelsen para la tercera entrega, sin embargo, la jugada no salió como lo esperaban. No solo el mundo se volcó en su mayoría a favor de Johnny Depp, sino que el estudio luego tuvo que deducir como sacar a Heard de la forma más elegantemente posible de Aquaman, para después hacerle frente a la misma sentencia del jurado que le hizo ganar el juicio al actor y de paso que los fanáticos pidieran su regreso a la saga y a todos los papeles que perdió debido a este caso de difamación.
Puede que esto esté lejos de acabarse y francamente no sé cual podría ser la solución definitiva y acertada para la decadencia del mundo mágico en el cine. Tal vez sacar a David Yates de la dirección, pero ¿sería beneficioso un cambio tan radical en este punto? Es probable que sí, traer a un nuevo director con aires frescos para revitalizar un universo que va a la baja. Lo otro sería limitar la participación de Rowling en los guiones, pero ¿estará dispuesta a ello? Es algo difícil de contestar dado el poder creativo y decisión sobre todo lo que se hace respecto a Harry Potter.
Pero más allá de lo que yo creo, Warner ya está pensando en una alternativa. Dada la nueva jefatura de David Zaslav y al fracaso en la taquilla de Los Secretos de Dumbledore, las filtraciones y rumores parecen indicar el termino abrupto de esta saga, un reinicio de la franquicia completa y una expansión hacia las series de HBO Max, las cuales, suelen tener un buen nivel de calidad y tal vez podría ser beneficioso. Pero habrá que esperar a ver si los fanáticos estarán de acuerdo y dispuestos a ver un reboot de sus películas favoritas con actores y gente totalmente nueva.
Solo el tiempo dirá si la franquicia que envuelve al mundo mágico seguirá en decadencia hasta el punto de ingresar en los terrenos del olvido o si alguien logrará encausar esto para volver a traer la magia e ilusión de los libros de Rowling y de las películas de Chris Columbus, Alfonso Cuaron e incluso el mismo David Yates antes de que llegara la gran piedra en el zapato que ha sido Animales Fantásticos. Solo el tiempo dirá si surgirá una nueva generación de Potterheads que se maravillen con el encanto de un universo rico en creatividad o si seguirá dependiendo de los viejos fans que consumen los productos más por nostalgia que por verdadero interés.
Por último y a pesar de todo lo expresado aquí, tal vez sería prudente e incluso positivo tener un poco de optimismo con una de nuestras franquicias favoritas. Por lo mismo, nunca está fuera de lugar recordar una de las frases más icónicas dichas por Albus Dumbledore: “la felicidad puede estar incluso en un oscuro momento, solo no olviden, encender la luz”.